Cuidar a un ser humano es uno de los trabajos (me gusta más llamarle misión) que más respeto, atención, presencia y amor requieren.
Una de las misiones más silenciosas y bellas que nos podemos encontrar en nuestras comunidades es la que realizan aquellas hermanas y hermanos (siempre más ellas que ellos) que redescubren cada día en su vida la misión a la que son llamados. Una de estas misiones es la de acompañar, la de estar al lado, la de ofrecer compañía y cercanía, la de unirse al otro… en esos momentos de dolor, sufrimiento, de soledad de tantas personas que están postradas en una cama de hospital o de su propio hogar. Esta misión se lleva a cabo casi siempre desde el silencio, sin esperar nada, ni una palabra, ni una sonrisa, ni un gracias… nada, simplemente estar al pie de la cama.
Es desde esta cercanía y compañía, cómo día a día Dios se hace presente en muchas realidades cotidianas silenciadas y tristemente olvidadas, poco valoradas en general.
En la buena muerte es importante mantener la capacidad de decidir, de manejar la propia vida y también de sentir, sentir que alguien está a mi lado, que no estoy solo, que mi Pascua será agarrada de la mano de aquellos que lo han sido todo para mí en los últimos años: mi familia, mi comunidad, mis cuidadores.
Cuidar a un ser humano es uno de los trabajos (me gusta más llamarle misión) que más respeto, atención, presencia y amor requieren.
Y a pie de cama lo primero que tenemos que garantizar es que la persona recibe los cuidados básicos relativos a la atención hospitalaria o domiciliaria, tales como las curas, el alivio de síntomas, la limpieza, la hidratación, la alimentación…
Acompañamiento emocional
Si bien, cuando lo prioritario está cubierto es muy importante el acompañamiento emocional que tantas veces queda en el olvido y es parte primordial del mismo, y para este acompañamiento emocional es fundamental el trabajarse a uno mismo, es el tomar conciencia, autodominarse, autopercibirse… Esta toma de conciencia nos capacita para sostener a otros y nos ayuda a aceptar la realidad que a pie de cama (y de vida) acompañamos.
Otro aspecto fundamental y significativamente importante es ser muy humanos y estar muy despiertos o atentos.
El papel del acompañante
Somos conscientes que, en ocasiones, cuando somos acompañantes simplemente debemos saber no “hacer nada”, y sin embargo todo lo necesario se va haciendo. Esto significa que el acompañante deja ir cualquier pretensión de “hacer” algo de una manera determinada, y menos aún de una manera “correcta”. Sólo de esta forma podemos realmente conectar con el otro, y acompañarle mucho más allá de lo que se pueda expresar con cualquier palabra.
En esta compañía del “estar” juega un papel muy importante el silencio y el estar abiertos a la escucha de quien emprende su camino de partida.
Delante del proceso de muerte y de las preguntas que ésta nos suscita, el papel del acompañante no es dar respuestas a las mismas sino atestiguar y acompañar en presencia reflejando lo que la propia persona dice y así facilitando que ella misma encuentre sus propias respuestas desde una verdad íntima, personal y vivenciada.
Acompañar a pie de cama es ser posibilitador de espacios para las despedidas, es poner una sonrisa sobre las lágrimas y acariciar la mejilla mojada, es mirar con el corazón y escuchar con la mirada, es tender la mano al infinito meciéndola con suavidad, es decir un “hasta luego” y “buen camino”, es abrir las puertas de lo Eterno, es agradecer sin añoranzas, es presencia silenciosa, acompasar respiraciones, es la claridad destellante en el oscuro horizonte, es Vida, mucha vida… acompañar a pie de cama es un regalo infinito, poco premiado, poco besado, poco agradecido, poco glamuroso pero muy grande, quizás el último y más grande regalo que se nos pueda dar en esta vida.
6 comentarios
Precioso. Muy útil y sobre todo lleno de vida, que esponja el alma de cuidador y del cuidado. El cariño con sus expresiones, el silencio y la palabra oportuna, el estar siempre sin ser florero, la entrega sin horario, hacen que el cuidador sea la alegría del enfermo, el bálsamo en su dolor, y el encuentro diario desde la fe con Jesús que es el único que verdaderamente hace la vida bella y prepara para su encuentro definitivo. Gracias!
Preciosa reflexión Jose Ramón, muchas gracias
Estupendo el artículo.
Gracias por publicarlo
Es un artículo precioso.
Destaco el apartado del papel del acompañante.
¡Animo!
Me ha iluminado mucho la conferencia .Muchas gracias. Es una gran responsabilidad que las hermanas se sientan acompañadas queridas y comprendidas en estos momentos
Gracias por esta hermosa reflexión que nos ayuda en el acompañamiento a mayores.