Nuestra sociedad atraviesa un momento complicado. Es urgente que los católicos nos comprometamos con su transformación y, remando a contracorriente, hagamos vida los valores cristianos.

Anoche tuve el privilegio de estar presente en la entrega de premios Religión en Libertad 2023, donde se galardonaron diez “minorías creativas de evangelización” en un acto organizado con la Universidad San Pablo CEU. Fue verdaderamente estimulante, inspirador y esperanzador ver cómo unos pocos católicos, comprometidos e impulsados por el Espíritu Santo, consiguen hacer tanto bien en espacios de la vida pública como el arte, la cultura, la política o la vida empresarial. Uno de los premiados, Jesús Sánchez Adalid, párroco, jurista y autor de novelas históricas best seller (El Mozárabe, Las armas de la Luz) , resaltó «algo está cambiando».

Gracias a Dios hay multitud de semillas de luz y vida en nuestro país, algunas conocidas y otras muchas desconocidas por la mayoría, que reman a contracorriente para salir de este sinsentido generalizado, para evitar que las nuevas ideologías imperantes que pretenden anestesiarnos y deshumanizarnos, vayan ganando terreno al catolicismo.

Los católicos en España

A veces, ante la escasa presencia significativa de los católicos en la vida pública, puede que nos preguntemos dónde están los católicos en España. En este país somos cerca de veintiún millones de personas que nos consideramos católicos y cerca de nueve millones los que todavía vamos a Misa. ¿Qué hacemos que apenas se nos percibe? En el ámbito educativo la Conferencia Episcopal Española muestra una estructura potente, formada por 2.558 colegios católicos, que forman cada año cerca de 1,5 millones de alumnos, y 17 universidades vinculadas a la Iglesia con más de 130.000 personas recibiendo estudios superiores. ¿Son estos centros instrumentos para formar a personas con pensamiento crítico, para construir a personas íntegras y con virtudes?

En un artículo muy interesante de la revista Misión de este mes relacionado con la situación del catolicismo en España, José María Torralba manifiesta que “hay un problema con la transmisión de la fe en la educación”. Comenta que nos faltan programas de formación humanística fuertes; nos falta hacer vida lo que se refleja en muchos idearios y proyectos educativos. El catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Navarra afirma, y desde mi humilde punto de vista con mucha razón, que muchos de nosotros profesamos un cristianismo aburguesado, cumplimos con las obligaciones religiosas y poco más, lo que nos lleva a cultivar una espiritualidad intimista del yo-mi-me-conmigo.

¿Dónde queda la llamada a transformar nuestra realidad, a promover caminos o iniciativas que lleven  a la verdad, al bien y a la belleza para que Dios pueda actuar?

¿Qué nos está pasando?

Ante las frecuentes contradicciones, incoherencias y complejos en los que caemos muchos de nosotros, Monseñor José Ignacio Munilla habla de una gran “secularización interna”, un falso respeto humano, e incide nuevamente en una deficiente formación cristiana en las familias y en numerosas instituciones cristianas. Monseñor argumenta que “queremos quedar bien con el mundo…  nos hemos hecho enemigos de la cruz…  nos da auténtico pavor ser señalados, etiquetados, ridiculizados o despreciados”.

¿Es eso lo que nos pasa? ¿Por qué tenemos miedo de dar a conocer la belleza del Evangelio?

Perdonad mi atrevimiento pero, personalmente y empezando por mí, sí percibo mucha tibieza y, sobre todo, mucha «etiqueta» en medios eclesiales cuando los demás no enfocan la vivencia de la fe desde mi misma perspectiva o experiencia de vida. Cuidado con estos que son “retrógrados”, o demasiado “progres”, o demasiado “elitistas”, o “comunistas”… Mientras seamos fieles al Evangelio y a la llamada del Espíritu Santo ahora, ¿qué más da si somos de este movimiento, carisma o simplemente diocesanos, si somos más apasionados o menos, si nos hacemos más visibles o menos?

Llamados a ser santos

Todos somos Iglesia, ¿por qué no dejamos de perder tanto tiempo, energía y talentos en señalar lo que no nos encaja de los demás y colaboramos más? Hablamos mucho de Iglesia sinodal, ¿nos la creemos? ¿luchamos por ponerla en práctica?

¡Adelante! Exclama la revista Misión en su portada, es hora de que los católicos demos un paso al frente y nos comprometamos en transformar “una sociedad que parece caminar a oscuras hacia el abismo”. Y como dice Javier de Cendra, decano de la Facultad de Derecho, Empresa y Gobierno de la Universidad Francisco de Vitoria, es tiempo de que “cada católico asuma de verdad su llamada a la santidad

¿Cómo nos ayudamos unos a otros a seguir la llamada a la santidad?

En el mes de septiembre se ha celebrado en el CITES de Ávila el I Congreso Internacional de Santa Teresita de Lisieux. Magnífico. Quiero resaltar una frase que ella repetía en sus manuscritos:  “La santidad consiste en la disposición del corazón”,  una disposición humilde, sencilla, fiel.

Como todo camino, el primer paso siempre está en el cuidado de la interioridad de la propia vida, en el compromiso personal, de cada familia y de cada comunidad.

Es humano y tentador el querer tirar la toalla o desviar la mirada cuando el sufrimiento es grande, el cansancio es crónico, las responsabilidades nos abruman o la incertidumbre nos angustia. Tomémonos en serio nuestra llamada a la santidad, pongamos atención en cómo estamos viviendo y hacia dónde vamos, hagamos una terapia de reconexión con lo positivo a nivel personal y eclesial y ayudémonos a echar las redes remando a contracorriente. Ánimo, sabemos Quien lleva la barca.

Os recordamos que este viernes 29 inicia el curso «Ser superior/a de una casa de hermanos/as mayores,
una misión por aprender»
que al final va a ser 100% a distancia para facilitar vuestra asistencia. Nos vemos pronto para compartir y crecer juntos.

María Eugenia Aguado
Directora del Instituto Humanitate

4 comentarios

  1. Muy bueno tu artículo. Nos animas a seguir viviendo en clave de más y mejor. Eso es lo que da la verdadera felicidad en el día a día de nuestras vidas. Ser mejores y ayudar a que otros lo sean también, predicar con el testimonio de la propia vida.
    Te deseo y me deseo un nuevo curso feliz y fecundo.
    Un abrazo
    Enri

  2. Gracias por tu refexión. Me ha hecho recordar las palabras del Señor. Vosotros sois la sal se la tierra si la sal se desvirtua con qué se la salará. Vosotros sois la luz del mundo… Es una gran responsabiidad nuestra ser esa sal y luz y no diluirnos en ser, hacer y pensar como todos como el ambiente nos lleva. A mi me preocupa que sin darnos cuenta nos vamos acostumbrando. Es para discernir juntas en qué punto estamos. gracias.

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