Superiores de las comunidades de mayores,
Sois admirables, maestros absolutos de la vida. Asumís esta responsabilidad con sencillez y humildad. Acompañáis y os dejáis acompañar y demostráis el valor de estar donde, cuando y con quien debe.

Comentaba en un artículo anterior, que la responsabilidad como superior/a de una comunidad de mayores está infravalorada. Así lo creo, y espero que esto no moleste a nadie. No deja de ser una valoración subjetiva general y la infravaloración pueden venir por varios flancos: superiores jerárquicos, sociedad, demás miembros de las comunidades, hermanos/as más jóvenes, trabajadores, entidades gestoras… No digamos ya por otros responsables de la Iglesia que desconocen el calado de la vida religiosa o que la ven en un segundo plano.

Obviamente hay congregaciones que valoran y mucho esta figura, que la protegen; que la cuidan; que la forman; que intentan buscar alternativas de descanso para él/ella, fórmulas creativas de asumir la responsabilidad o diferentes e innovadoras. Pero, desgraciadamente, no son la mayoría.

Grandes cualidades para cuidar a mayores

Un superior o una superiora de una comunidad de mayores tendría que contar con una serie de cualidades que, como todo ser humano, podrá desarrollar en parte y, uno desarrolla más unas y otro desarrolla más otras.

¿Qué cualidades son importantes en este cargo?
• Capacidad de escucha
• Capacidad de diálogo
• Conocimiento de algunas patologías y consecuencias de las mismas
• Paciencia
• Liderazgo
• Capacidad de acompañamiento
• Objetividad
• Saber relativizar
• Conocer algo del mundo sanitario, perfiles sanitarios, problemas del sector…
• Saber delegar
• Humildad
• Capacidad de desconexión y descanso obligado
• Trabajo en equipo

Son muchos los religiosos/as que cuentan con estas, incluso con otras cualidades y nos dan un ejemplo diario de fortaleza, de saber hacer, de entrega absoluta… Pero no es sencillo contar con estas condiciones y ponerlas en ejercicio diario. Sin embargo, los primeros concienciados tienen que ser los superiores a la hora de destinar a un responsable a una comunidad de religiosos/as enfermos/as y saber que no es igual que un colegio e incluso que otras misiones que se hayan llevado a cabo. Y saber también que antes y durante la asunción de esta responsabilidad es fundamental formarse, empatizar y escuchar a quien les puede aportar experiencia, conocimiento y realismo.

Admirables

Me gustaría poner en valor a todos esos religiosos/as que sois para los demás maestros absolutos de vida, donde asumís esta responsabilidad con sencillez y humildad, desde un silencio mariano que os honra; sabiendo acompañar y dejaros acompañar; siendo conscientes de las limitaciones que todos tenemos como seres humanos; sacando fuerzas de flaqueza a vuestras edades, ya no jóvenes, pero donde demostráis que el valor de la vejez no viene tanto por el hacer o dejar de hacer, sino por el estar donde uno debe, en el momento que debe, con quien debe y trascendiendo toda la poca o mucha labor que realizáis.

Sois admirables y os animamos a que sigáis trabajando con sensatez y entusiasmo por esta misión de cuidado integral. No podemos olvidar que el propio autocuidado es parte esencial y que nos lleva a todos a acompañarnos, a compartir esta preciosa misión, a construir juntos caminos y a ampliar los espacios de escucha mutua y de comunión.

José Ramón López
Director operativo de la Fundación Summa Humanitate

 

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