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Uno de los sentimientos más extendidos en los últimos meses es el sentimiento de tristeza. Hay gente apagada, gente que ha perdido la ilusión, gente que vive atenazada por el miedo y el desconcierto, gente sin ganas de vivir, gente que no tiene ganas de nada…

No entraremos en las causas que nos pueden llevar a estar así, y no entraremos, tampoco, en que cualquiera de nosotros puede caer en este sentimiento sin darse cuenta, ni mucho menos pretenderlo.

Cuando nos preguntamos qué nos gustaría dejar a los demás, cuál será nuestro legado, qué podemos aportar como valor a la sociedad, a nuestros hijos, familiares, comunidad, Iglesia… entran en juego las capacidades, conocimientos, experiencia… pero lo que marca la diferencia de unos con respecto a otros es la actitud: la generosidad, la amabilidad, la simpatía, la honestidad personal, los valores puestos en marcha, la sonrisa…

Si queremos cambiar estos sentimientos de tristeza y amargura por otros de entusiasmo y plenitud, tenemos que trabajar y tenemos que mejorar nuestros hábitos. Nuestro comportamiento va a depender de nuestros hábitos, por eso hay que esforzarse cada día en trabajarlos para crear hábitos positivos y eliminar otros que nos perjudican. Y no vale echar balones fuera, dado que de lo poco que podemos elegir es nuestra actitud.

Pero, ¿cómo «trabajarnos»?

Trabajemos en ser buenas personas

A la gente no la queremos por lo que tienen, sino por cómo son. No creo que nadie quiera rodearse de gente dañina; todos queremos rodearnos de buenas personas: honestas, sinceras, alegres, entusiastas, realistas y solidarias. No podremos ser buenos padres, buenos amigos, buenas compañeras de comunidad, buenos sacerdotes, buenos religiosos… si no somos buenas personas. ¿Cómo puedo ser mejor persona cada día? Cambiando pequeñas actitudes que no me hacen ser la mejor persona que puedo ser… mi carácter, mi «cara de saco todo el día», mis pensamientos negativos hacia otros… cambiar requiere constancia, esfuerzo y voluntad.

Trabajemos en ponernos metas

Tenemos que marcarnos objetivos y ser conscientes de que debemos cumplirlos. Ese esfuerzo es ya, en sí mismo, un objetivo. La vida sin objetivos, sin metas, sin ilusiones, sin una misión, es una vida muerta. Realmente nos convertimos en viejos cuando hemos perdido el horizonte de la misión y las metas. Hay personas mayores muy enfermas, cuya meta es solo sonreir, o aceptar, o rezar, o transmitir aliento en otros… Estas personas están muy vivas y son un ejemplo para todos nosotros. ¿Qué metas tienes en tu vida para que ésta sea vivida con entusiasmo y pasión?

Trabajemos por centrarnos en lo fundamental

Lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante. A veces nos perdemos en lo circunstancial, en lo coyuntural, en las sensiblerías, en lo pasajero, en el qué dirán, en lo que no aporta nada… ¿qué es lo más importante en tu vida? Con esa meta y trabajando por alcanzarla, con la actitud adecuada, pondrás el acento en la lucha por conseguirlo. Este trayecto es en sí un momento de transformación personal.

Sé agradecido

Podemos decir que en la vida hay dos clases de gratitud: la que es condicional y la incondicional. La primera consiste en sentirse bien cuando las cosas salen bien. Como no siempre es así, acaba siendo una emoción esquiva y poco duradera. La segunda consiste en una actitud y un hábito de vida, sentirse bien sin que haya ocurrido nada extraordinario; es decir, estar agradecido por todo y por nada a la vez. Y al no estar condicionada por ningún otro acontecimiento, esta actitud es la precursora de la felicidad y el éxito personal en la vida.

En resumen, estas son cuatro actitudes que nos pueden transformar y que nos ayudarán a ser más felices, y, por lo tanto, que estarán poniendo un grano de arena para que la sociedad cambie estos hábitos de tristeza por entusiasmo y esperanza.

Y recuerda que tu actitud será la que tú quieres que sea y trabajando en ella ésta puede estar vinculada al entusiasmo, a la alegría, a la esperanza, y no a la tristeza o la amargura… ¡Tú eliges!

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2 comentarios

  1. Estamos en las manos amorosas de Dios. De nuestra parte mascarilla y dis0tancia. No reunirnos muchas persona y vida «normal» en lo que se pued.
    Si. Vivir agradecid@s. Muchos motivos tenemos de ello.

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