¿De qué voy? Es una pregunta que conviene reflexionar, ya estemos en la juventud de nuestra vida o en el ocaso, ya estemos empezando a sufrir, tengamos muchas pequeñas cruces o ya hayamos experimentado un profundo pesar, o estemos ante grandes cambios en nuestra vida o pequeños ajustes.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Espero que hayáis disfrutado del verano, la naturaleza, compartido con la familia, las amistades… y si os habéis quedado en casa que, en medio de la rutina y vuestros quehaceres, hayáis tenido múltiples oportunidades de experimentar alegría, esperanza y felicidad.
Como sabéis, empezamos la semana que viene un nuevo curso del Instituto Humanitate 2024-25 (Ver programación). Tal vez no lo creáis, pero tenemos toda la ilusión de que os sirva, os interpele, os haga meditar, sonreír, crecer… Es como la ilusión del niño que prepara con esmero un regalo para dárselo a sus amigos.
“La bailarina de Auschwitz”
Os preguntaréis qué tiene que ver el título del post con el inicio del curso. Pues bien, este verano me leí un libro interesantísimo que plantea muchas preguntas vitales. «La bailarina de Auschwitz» trata de tres historias que se entrelazan en una vida, en la vida de la protagonista; una historia de supervivencia, una historia de autocuración y una historia tejida con encuentros con personas maravillosas a las que ha guiado hacia la libertad.
Edith Eger, que fue una superviviente del holocausto, distingue claramente en su novela -en buena parte autobiográfica- entre la victimización y el victimismo.
Comenta que todos podemos ser victimizados de algún modo en el transcurso de la vida, podemos padecer “algún tipo de desgracia, calamidad o abuso, provocados por circunstancias, personas o instituciones sobre las que tenemos poco o ningún control. Así es la vida y eso es la victimización”, mientras que “el victimismo procede del interior. Nos convertimos en víctimas, no por lo que nos sucede, sino porque decidimos aferrarnos a nuestra victimización”. Esta diferenciación está muy presente a lo largo del libro, y la podemos percibir claramente en nuestra propia vida, en nuestra comunidad, en nuestra sociedad.
Y aunque no podemos ni debemos comparar las experiencias dolorosas o traumáticas, pues el sufrimiento es una experiencia personal que no debe jerarquizarse ni subestimarse en comparación con otros pesares, a veces sucede que nos convertimos en nuestros propios carceleros, “desarrollamos una mentalidad de víctima; una forma de pensar y ser rígida, culpabilizadora, pesimista, atrapada en el pasado, implacable, castigadora y sin límites o fronteras saludables”. En cambio, ser superviviente supone seguir adelante, aunque haya muchas curvas en el camino, requiere una aceptación de lo que se ha sido y de lo que se es, sin menospreciarnos ni castigarnos por sentirnos perdidos solos o asustados ente las vicisitudes de la vida, pero siempre con la actitud de levantarse, de seguir para poder identificar nuestras opciones y decidir.
Así, mientras que las personas que se instalan en una mentalidad de “víctimas” (esto dicho sin hacer ningún juicio ni culpabilización hacia ellas) se preguntan: ¿por qué me pasa esto?, ¿por qué a mí?, ¿por qué vivo?… la persona que decide ser superviviente se pregunta: ¿qué aprendo de esto?, ¿y ahora qué?, ¿cuál es el sentido de mi vida?, ¿qué puedo hacer con la vida que he recibido?, ¿qué está en mi mano y en quien me puedo apoyar para cumplir con mi misión?, ¿cómo hago para tener una vida plena y en paz?
¿De qué voy yo?, ¿de qué vamos?
Es una pregunta que conviene reflexionar, ya estemos en la juventud de nuestra vida o en el ocaso, ya estemos empezando a sufrir, tengamos muchas pequeñas cruces o ya hayamos experimentado un profundo pesar, o estemos ante grandes cambios en nuestra vida o pequeños ajustes.
Detrás de estas preguntas se esconde un mensaje muy potente y es que, salvo en determinadas circunstancias donde la capacidad de decisión no está preservada, nosotros decidimos cómo vivir con nuestra actitud y con las decisiones que tomamos. Ya sean grandes y pequeñas, estas decisiones nos pueden encadenar o nos pueden ayudar a ser más libres.
Ojalá este Curso que os proponemos desde el Instituto Humanitate, con todos los temas que hemos incluido y con el ciclo “Hacia la tierra prometida”, nos ayude a todos, aunque sea mínimamente, a beber de nuestra Fuente y a fortalecernos para ser más libres frente al pasado, frente a la rabia y los errores, frente al remordimiento y el duelo no superado… y más libres para disfrutar del presente, de estar vivos.
¡Nos vemos el próximo miércoles a las 18h!
2 comentarios
Me ha encantado el artículo. Es muy cierto. En mi experiencia de vida y en las comunidades y con las hermanas que he vivido, he comprobado que lo que a unos hunde a otros hace crecer… depende de cómo se viven las cosas.
Gracias y Enhorabuena por el Programa de este curso-
Un saludo
Gracias por el espacio para la formación