«En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad…» Papa Juan XXII.

Por una Hija del Amor Misericordioso (HAM)

Desde hace ya más de una década parece que “la Misericordia está de moda”, como si el Amor Misericordioso del Padre fuera algo novedoso. La Misericordia Divina mana de las entrañas mismas de ser Trinitario de Dios, que, al contemplar al hombre en su pequeñez, pobreza, fragilidad y pecado, experimenta el vértigo del Amor Misericordioso y así desciende en un “abrazo Personal” de perdón y elevación sobre nosotros, de una vez para siempre y siempre.  

Esta misma Misericordia, además del abrazo del vértigo de Amor Trinitario, se hace Explosiva invadiéndolo todo y a todos desde la Encarnación del Hijo de Dios. Cristo, ayer, hoy y siempre es para el hombre el Rostro de la Misericordia.1  

De aquí que la Misericordia Divina no estuviera de “de moda”. Lo novedoso es la fuerza que esta Verdad  recobra en nuestro tiempo, como ya lo dijera el Papa Juan XXII: «En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad…»2   

¿Qué Misericordia?

¿De qué Misericordia, pues, hablamos? Si partimos de la raíz latina del término, nos encontramos ya con el escándalo y locura del Amor del Corazón de Dios: Amor que Ama la miseria. ¿Cabría mayor profundidad y alcance de la locura del Amor Divino? Profundidad, porque parte de las mismas entrañas del Padre; locura, porque lo que se ama es a quienes poseemos la miseria; alcance, porque todos  portamos la herida del pecado. 

No cabría mayor locura de Amor que la de Aquél que hace pender del Árbol de una Cruz a Cristo: el escándalo, la debilidad y necedad. Parafraseando a San Pablo : escándalo y debilidad para los judíos, que buscan fortaleza. Necedad para los griegos que buscan sabiduría. Cristo, Rostro y Expresión sin parangón del Amor Misericordioso del Padre, sube a la Cruz una vez y más, para transformar las nuestras en tronos de Gloria que se asienten, sobre la ruina de lo humano: escándalo, debilidad y necedad, herida, desprecio y burla, anulación, pobreza, enfermedad y ¡muerte!   

Otro palpable ejemplo de la Escandalosa Misericordia del Amor de Dios, es su “disposición  permanente” a cancelar toda deuda, a olvidar y restaurar la Belleza del hombre por el Perdón del pecado, la mayor miseria.

«Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar» (Jn 8,11)

«… te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43)

«…Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa« (Mt 9,7) 

Nuestro corazón, canal de Misericordia

Una historia personal y universal siempre salpicada por la sangre del pecado, que se convierte en escenario y campo de acción para la Misericordia de Dios. Superando el pecado con el perdón, la caída con la Gracia, el fango con la limpieza, la sangre con el vino de bodas. 

Pongamos nuestros corazones – de continuo por la oración y la Visión sobrenatural- al contacto “físico y real” con el Corazón traspasado de Cristo: Canal de Misericordia, Puerta que él mismo dejó abierta al volver al Padre, para con Él y como Él, podamos entrar por la rendija de su Corazón abierto  y llegar al Padre. 

«Yo soy el camino y  la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mi .» (Jn, 14,6)

La Misericordia Divina, como ya dijo Santo Tomás de Aquino, no es en absoluto signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios.3 

Tampoco es contraria a su justicia. La Misericordia, como dice el Papa Francisco, «sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer«.4  

  «Oh Dios que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia, derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo». (Oración de la Liturgia de las Horas, Domingo XXVI T.O.) 

Notas al pie de página

  1. A propósito de esta expresión, ver Misericordiae vultus Bula del Papa Francisco para la apertura del año jubilar de la Misericordia: Segundo Domingo de Pascua, año 2015.
  2. Discurso de apertura  del Concilio Vaticano II, Gaudet Mater Ecclesia, citado por Misericordiae vultus, n.4.
  3. Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae I-II, 9.30, a.4
  4. Bula Misericordiae vultus, n.20  

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