Si acompañar es “caminar junto a otro”, la Santísima Virgen María, es nuestra acompañante por excelencia.
Ella, como buena Madre, nos conoce, y sabe lo que llevamos en el corazón, cuáles son nuestras alegrías y también nuestras tristezas. Y siempre está con nosotros, a nuestro lado, animándonos en nuestra vida, para que conozcamos más y mejor a Jesucristo, y le amemos con todo el corazón, como lo amó Ella, hasta el pie de la cruz. Allí, por Voluntad de Dios, sufrió intensamente con su Hijo, y se unió a su sacrificio con corazón de Madre, que llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima. Y El, nos la dejó como Madre de toda la humanidad, a través del discípulo amado: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. “Hijo, ahí tienes a tu Madre”. (Jn 19, 26-27).
María nos acompaña en nuestro peregrinar por esta tierra, apuntando al Cielo que es nuestra meta. Ella es el camino más corto para llegar a Él.
Abramos nuestro corazón a María nuestra Madre, en este mes de Mayo, y pidámosle la gracia de ser buenos hijos suyos, amando hasta entregar nuestra propia vida por los demás.