Las sombras y la Presencia sanadora

Teresa de Jesús, a través de su libro Las Moradas nos ayuda a penetrar y experimentar la GRANDEZA y “hermosura del Castillo donde habita tan gran Dios, pues Él mismo dice que nos creó a su imagen y semejanza” (Moradas primeras). Esa imagen de Dios, ese núcleo sano, esa Chispa Divina que nos constituye de raíz, es indeleble, nunca se borra.

Y también nos habla Teresa de la otra cara de la moneda como se concebía en el siglo XVI: las sabandijas, bestias y cosas ponzoñosas, el lado oscuro del ser humano que Carl Jung llama nuestras sombras.

¿Qué son estas SOMBRAS? Es la parte inconsciente, reprimida, que no hemos integrado; es la parte más profunda del iceberg. Son las heridas, traumas, complejos, defectos, inseguridades, demonios internos…. que necesitamos conocer y abrazar. Todo lo que hemos reprimido, queda almacenado en nuestro inconsciente. Si no lo traemos a la consciencia y lo sanamos se reactivará con situaciones de la vida adulta causando dolor.

El lado oscuro son los defectos que forman parte de nuestra personalidad; aquellos rasgos de nuestra personalidad que nos generan conflictos, que nos meten en líos, que parecen molestar a otras personas y se nos manifiesta en forma de sentimientos negativos crónicos, tales como insatisfacción, inseguridad, desilusión, estrés, sentimientos de inferioridad, culpa, indiferencia, celos, autocompasión y muchos otros…. La mayoría de las personas atribuyen estos sentimientos a circunstancias exteriores y no se dan cuenta de que los aspectos oscuros provienen de dentro. Las circunstancias son desencadenantes de los mismos. (Mt 15, 17-20).

Todos llevamos dentro un lado oscuro, que tenemos que explorar y conocer para ser más auténticos. El lado oscuro es nuestra constante fuente de conflicto de lucha y perturbación. Tomamos consciencia de ello cada vez que, ante una frustración, experimentamos carga negativa, dolorosa:  frente a personas o circunstancias que frustran nuestras expectativas o que “tocan” vacíos afectivos… y en otros muchos momentos que tenemos que observar y reconocer….

Prestar atención a la sombra

El trabajo con la sombra consiste en el proceso voluntario y consciente de asumir lo que hasta este momento habíamos decidido ignorar o reprimir. Desde Jung sabemos que la sombra solo resulta peligrosa cuando no le prestamos la debida atención. La sombra solo se convierte en algo hostil cuando la ignoramos, reprimimos o negamos, ahogándola bajo la imagen ideal que hemos construido. La sombra no es mala; forma parte de nuestra condición humana herida. Tampoco nos hace daño: al contrario, es una realidad que nos humaniza y nos hace más humildes y comprensivos con todos. Lo único que nos hace daño es ignorarla, negarla, ocultarla, proyectarla, rechazarla… 

Una vez que haces consciente esa parte oculta y dolorosa de ti mism@, nos puede ser útil la metáfora que propone Vicente Simón: Considerar la emoción difícil como una patata que tenemos que cocinar. Ponemos la patata en una olla con agua y la calentamos al fuego hasta que se ablanda. En este símil, la patata es la emoción y el fuego es la fuerza de la Presencia Divina que va transformando la sombra no integrada. El tapar la olla para que no se escape el calor, equivale a estar PRESENTE a la PRESENCIA divina que nos habita y así vaya integrando nuestras sombras.

Su Presencia sanadora

¿Qué estamos diciendo? Que durante la meditación tenemos que mantenernos presentes en el aquí y ahora sin perdernos en la mente, en todos esos recuerdos, imágenes, escenas que empiezan a aparecer y a perturbar, que pueden ser del pasado o de las sombras que reprimo y ahogo porque afean mi imagen ideal. En la Presencia del Señor, en contemplación, todos estos aspectos de mi persona se irán integrando, sanando.

Es decir, que, por un lado, nos mantenemos aquí y ahora en la atención a la respiración y en el mantra , porque la meditación la estamos haciendo ahora y en este AHORA aparecen momentos de nuestra vida que son o han sido reprimidos, rechazados.  Es importante, no dejarme atrapar por ello ni reprimirlo porque me molesta… Tampoco doy la oportunidad de que se libere esa bolsa de dolor que ha quedado pendiente y que está abriéndose para poderla acoger.

En síntesis: durante la meditación, sigo respirando, manteniéndome PRESENTE, con plena atención, a la PRESENCIA y ACCIÓN SANADORA DE DIOS que irá transformando en mí todas esas realidades que hasta entonces había mantenido reprimidas.

5 comentarios

  1. Me parece muy bueno el articulo porque deja muy claro que la sombra no es mala y que lo que hace daño es ignorarla.
    Me gusta la presencia sanadora del Señor en la oración, y como tenemos es chispa divina que nos constituye de raíz y nunca se borra. Esto creo yo que es muy importante tenerlo en cuenta durante el día a día que somos más que lo que parece.
    Gracias por el articulo.

  2. Muchas gracias, una amiga me compartió este pequeño y hermoso artículo que al leerlo me metió a abrazar mis sombras, volveré a hacerlo, es un artículo liberador para mi

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