Liderar con otros, liderar en comunidad

De la misión compartida a la misión participada: Liderando a colaboradores laicos en el cumplimiento de nuestra vocación.  

Rafael Monjo Sacristán

En el contexto actual de las congregaciones religiosas, la colaboración con laicos se ha vuelto fundamental para el cumplimiento de nuestra misión. Este artículo explora cómo podemos evolucionar de una “misión compartida” a una “misión participada” más profunda y efectiva.

Comprendiendo la vocación, el carisma y la misión

Nuestra vocación religiosa está intrínsecamente ligada a una misión específica, iluminada por un carisma particular. En este sentido, debemos recordar que: 

· La vocación es un llamado divino que nos impulsa a servir. 

· El carisma es el don espiritual que guía nuestra forma de servir. 

· La misión es la manifestación práctica de nuestra vocación y carisma. 

¿Es posible compartir ese carisma con quienes sirven con nosotros? El Carisma es un don del Espíritu, que se manifiesta en modos de actuar que configuran virtudes tangibles. Por ello, la respuesta es positiva. Se puede, en la medida en que les hagamos partícipes de la misión recibida, comprendan nuestro carisma y encuentren su modo de vivirlo.

Evolución hacia una misión participada

Tradicionalmente, hemos hablado de “misión compartida” con nuestros colaboradores laicos. Es un concepto positivo, pero es momento de dar un paso más allá: 

· Misión compartida: significa que compartimos algo que es nuestro, que les permitimos contribuir a nuestra misión. 

· Misión participada: supone poner la misión en sus manos, involucrarles activamente.

El papel del liderazgo en la misión participada

En este contexto, el liderazgo es más que una cualidad personal, se convierte en una relación que se orienta al logro de la misión común. Se construye en la confianza mutua de quienes caminan juntos en pos de un mismo fin. El liderazgo para una misión participada requiere: 

· Hacer presente el carisma como modo de hacer y la misión como criterio de decisión. 

· Fomentar un sentido de identidad y pertenencia en nuestros colaboradores laicos. 

· Proporcionar formación continua sobre nuestro carisma y misión. 

· Delegar responsabilidades de acuerdo con las capacidades y compromiso de cada individuo, creando espacios de diálogo y discernimiento conjunto. 

Identidad y pertenencia son dos caras de la misma moneda: hablan de lo que nos caracteriza como grupo (carisma) y de la relación que mantenemos con él (misión). La participación de cada uno en la misión debe estar inspirada y guiada por ambas. 

Hacer a nuestros colaboradores partícipes de la misión requiere que comprendan la misión y el carisma, que las integren en su actividad ordinaria, que les involucremos en la toma de decisiones y que les guiemos y apoyemos en su crecimiento espiritual. 

Conclusión

El paso de una misión compartida a una misión participada representa un cambio significativo en la forma en que las congregaciones religiosas colaboran con los laicos. Este enfoque no solo enriquece nuestra misión, sino que también fortalece el sentido de comunidad y el compromiso de todos los involucrados. Como líderes, tenemos la responsabilidad de guiar este proceso, asegurando que nuestra vocación y carisma se mantengan vivos y relevantes en un mundo en constante cambio. 

Desde el Instituto Humanitate, y con el deseo de ayudaros , os propondremos la asistencia a una formación específica sobre este tema, gratuita, de una hora y media de duración, denominada: “Conectando corazones: Cómo liderar y motivar a colaboradores laicos”. Está prevista para el mes de junio, pero os avisaremos con anticipación.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mediante esta Suscripción recibirá información de nuestras actividades formativas, artículos del Blog, y otras notificaciones del Instituto Humanitate

Por favor, activa JavaScript en tu navegador para completar este formulario.
Nombre