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¿Quién no ha leído alguna vez un comic de superhéroes? ¿Quién no ha visto una película donde uno de sus personajes opta por el camino del bien para salvar a la humanidad? Pienso que todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos acercado a ellos. 

Los superhéroes nos recuerdan que, ante las dificultades, podemos salir fortalecidos e incluso cambiar nuestra existencia. Todo es cuestión de opciones. Muchos superhéroes pasan a serlo después de haber vivido una experiencia vital traumática. También comparten esa experiencia los villanos, pero éstos han optado por el camino del mal.  

Todo en la vida se resume en ‘elecciones’: la elección de dejarse llevar por la pena o la elección de aprender y levantarse; la elección de hundirse y la elección de hacer frente a lo que nos toca vivir; la elección de ver el vaso medio lleno o de verlo medio vacío; la elección de llorar o de enjugar lágrimas…Todo son elecciones en la vida; desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos optando. 

La vida Consagrada se ha fraguado a base de villanos contra los que luchar. No hay más que mirar a la historia pasada y presente. Así se puede ver en la concreción histórica que va tomando la génesis de la vida consagrada, desde los primeros ascetas, vírgenes y continentes, pasando por las grandes expresiones del monacato, las órdenes mendicantes, las órdenes religiosas de diverso tipo hasta llegar a las formas actuales de la consagración secular.  

Todos han tenido un villano contra el que luchar: el hambre, su propio cuerpo, la injusticia social, la clase dominante, las tragedias, la ignorancia, la falta de formación… 

El que la historia de los Consagrados haya nacido así, de esta lucha contra el mal en sus múltiples expresiones, lleva indeleblemente a ir forjando una idea de superhéroes que se ha incrustado en el interior de muchos Consagrados. Quien lucha contra el villano es el superhéroe. Esto hace que resulte complicado que alguien que ha consagrado su vida a Dios por medio de un carisma concreto, se pueda ver como un peligro contra la sociedad o la humanidad. No se acepta. No se ve.

  

Lo hemos comprobado con tristeza durante esta pandemia donde muchos consagrados (no hablo de la excepción) han ocultado que eran portadores del virus para poder seguir haciendo su vida normal; muchos han seguido trabajando en residencias, hospitales o comedores sociales sabiendo que tenían sintomatología compatible, muchos han entrado y salido a dar “su paseíto diario” porque un superhéroe no se contagia y siempre vence el mal… pero, ¿cómo un superhéroe va a causar mal alguno? ¿Cómo un superhéroe se va a contagiar por el villano virus covid-19? 

Reiteramos lo transmitido en otros escritos: que el querer ser un héroe no nos juegue una mala pasada. A veces es bueno colgar la capa y aceptar nuestra vulnerabilidad y con ella su normalidad. No somos infalibles, recordemos a Jesús. Él siendo el más grande de todos no fue un rey poderoso y ostentoso que quiso hacer todo por sí mismo, al contrario, se valió de hombres y mujeres débiles y pecadores para traer al mundo la Buena Noticia: que somos salvados por un Dios que es humilde, sencillo y para algunos débil por no bajarse de la Cruz.

Por eso aunque la salvación de la humanidad dependia únicamente de Él, nos quiso hacer partícipes de su gloria y además nos demostró llevando la Cruz en sus hombres que ser vulnerable no es una debilidad. Que en la aceptación de nuestra propia humanidad está la fuerza que proviene de la gracia.

Y muchas veces hasta los superhéroes necesitamos una Verónica que limpie nuestro rostro cansado o un Simón que nos ayude a cargar nuestra cruz de cada día.

Los religiosos habéis sido superhéroes y seguís siendo superhéroes, pero como muchos laicos también; los religiosos habéis luchado contra innumerables villanos, pero como muchos laicos lo siguen haciendo en el día a día; sí, habéis consagrado la vida a Dios, lo habéis dado todo, os habéis desprendido de todo y sois ejemplares, pero como muchos bautizados que han consagrado su vida a Dios y lo han dado todo en su matrimonio, en su soltería o en las múltiples misiones que tienen que llevar a cabo en su día a día laboral. Ellos también son héroes y como vosotros, consagrados, también pueden llegar a ser villanos si nos olvidamos que compartimos espacios, tiempos y vidas.

  

Esta pandemia es una llamada a la humildad. Un virus chiquitito ha echado por tierra nuestros supuestos superpoderes, pues el villano puede derrotarnos y no hacemos bien creyéndonos invencibles o creyéndonos intocables o imperturbables al mal.

Tomemos conciencia de nuestras debilidades y limitaciones, de nuestro entorno natural, nuestros iguales… es la única manera de construir un mundo mejor.

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