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Somos una máquina perfecta hecha por Dios. No hay ninguna otra con posibilidad de comparación. Nuestros ojos, nuestras orejas, nuestras piernas, nuestro corazón, nuestros pulmones…, son elementos maravillosos engranados a la perfección.
Lo importante no solo es asombrarse ante esta maravilla, sino que al finalizar la lectura de estas letras sencillas, puedas descubrir y valorar el milagro que es, lo afortunados que somos de estar vivos y lo maravilloso que sería que reconozcamos que todas y cada una de las etapas que hemos de atravesar hasta llegar el fin de la vida, con experiencias -afortunadas o no- son valiosas y necesarias. Reconocerlas, aceptarlas, te permitirán aprender a envejecer y vivir en plenitud.
Es por ello que te propongo estas preguntas que pueden ayudar a la reflexión individual y grupal:
1. ¿Qué significa para mí vivir en comunidad?
2. ¿Me puede ayudar la comunidad a que realice un cambio en positivo? ¿Cómo?
3. ¿Cuáles son mis “yo ya…”?
4. ¿Qué puedo hacer para envejecer mejor?
5. Con respecto a las enfermedades con las que tengo que convivir:
- ¿Qué obsesiones, comportamientos, actitudes mías pueden hacer irrespirable el ambiente comunitario?
- ¿Soy una persona esperanzada o derrotista? ¿Qué tengo que mejorar?
- ¿Cómo es tu visión de la vida, de la vocación, de la Congregación, de tu comunidad, de la sociedad…? ¿Suelo ser realista, optimista, derrotista…?
- ¿Manifiesto egoísmo en mis comportamientos y en mi vida? ¿Soy generoso?
- ¿Cómo manifiesto mi generosidad?
¡Que la reflexión sea fructífera!
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Un comentario
Gracias por esta reflexión. Como siempre nos ofrece una gran ayuda para
vivir más unidos y más felices.