Una experiencia en Manila en noviembre 2023

«No puedo cambiar nada, pero puedo amarlo todo. Traía algunas medicinas, algo de ropa y comida, pero mi auténtica misión era escuchar, acariciar con la mirada, abrazar, besar y bendecir para restaurar la belleza velada de quienes “viven” aquí. Venía para estar con ellos ocho horas cada día y veía que me esperaban con alegría porque experimentábamos juntos una relación personal sanadora

Hermana Gloria. Carmelita Misionera Teresiana. Delegación en Asia de la Provincia Europa. Manila, noviembre de 2023 .

En noviembre de 2023 tuve la oportunidad de ir a trabajar a Manila (Filipinas) con la Delegación en Asia de la Provincia Europa de las Carmelitas Misioneras Teresianas. Allí conocí a la Hermana Gloria, la delegada, y, a través de ella, una parte de la realidad misionera en la que desarrollan su tarea: una barriada de chabolas y miseria en Ciudad Quezón. En compañía de la Hna. Gloria descubrí realmente lo que querían decir con que su misión era, entre otras cosas, anunciar la belleza del ser humano y restaurarla allí donde esté velada.

Entramos en la barriada y pronto descubrí el cariño que la gente que vivía en ella tenía por la Hna. Gloria. Se acercaban a ella y la abrazaban, la besaban; pedían su mano para llevársela a la frente y sentir su bendición mientras inclinaban sus cabezas para recibirla. Me invitaba a que yo hiciera lo mismo con los niños. Había muchos niños por todas partes. La Hna. Gloria se paraba con todos, mayores y pequeños, y les hablaba; les preguntaba por sus vidas; conocía los detalles de cada una de aquellas personas; se mostraba como una más entre ellas.

Quería que yo conociera todo y me llevó al interior más profundo de aquel lugar; me invitaba a pasar por delante de cada “casa” e incluso me señalaba su interior para que viera cómo vivían aquellas personas, qué cocinaban y en qué condiciones de insalubridad. Quiso que fuera consciente de los olores nauseabundos diferentes que se percibían pasando de un lugar a otro y que ella -me decía- ya no olía porque se había acostumbrado a ellos.

Me di cuenta de que aquellas chabolas estaban construidas encima de una cloaca. Se habían construido en dos plantas, impidiendo que entrara la luz del día en la calle al haberse cerrada con la altura de las chabolas, para que quienes vivían allí pudieran subir a la planta de arriba cuando las lluvias frecuentes hacían crecer el nivel del agua y, con él, la inmundicia.  Me mostraba personas que habían perdido ya la cabeza debido al consumo de droga, su válvula de escape existencial. Era evidentemente un lugar infrahumano.

Soy con ellos

Después, la Hna. Gloria me dijo mientras salíamos de aquel lugar: «Yo no puedo cambiar nada, pero puedo amarlo todo. Mi misión es dar testimonio ante la sociedad y las autoridades de que quienes viven aquí son también seres humanos y tienen dignidad como cualquier otra persona. Yo les traigo lo que puedo: algo de comida, medicinas o ropa, pero no les entrego esas cosas y me voy. Lo que les traigo realmente es mi tiempo, mi amistad, mi relación con ellos como iguales. Mi auténtica misión mientras estuve con ellos aquí (ahora desarrollaba su misión en otro lugar de Filipinas) era, y es siempre que regreso, acompañarlos en la vida ocho horas cada día -incluso dormir en sus casas si se precisa- para que sientan que les trato como a una persona más, que les hablo, que los miro, que los abrazo, que me intereso por sus vidas para que recuperen su dignidad al sentirse amados y tratados como iguales. Soy con ellos.

Fui consciente entonces de que la misión tiene más que ver con el SER que con el HACER, y que acompañar es una forma de ser con los demás. Sólo tengo agradecimiento para la Hna. Gloria.

Próximas formaciones presenciales para acompañar

Madrid. 13 y 14 de abril
Zaragoza. 20 y 21 de mayo
Madrid 21 y 22 de junio

2 comentarios

  1. Me parece muy evangélica la actitud que vivía la hermana Gloria. Sin duda necesitamos descubrir que somos hermanos y que quizás no podemos hacer nada para cambiar situaciones, pero si podemos estar, para que se sientan queridos, valorados y que no son números.
    Gracias por el testimonio de esta hermana.

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